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Decálogo de cualidades de un líder político humanista

  • Foto del escritor: Natalia Aguilar Fernández
    Natalia Aguilar Fernández
  • 11 sept
  • 5 Min. de lectura
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“El liderazgo político, ejercido correctamente, enaltece y hace más noble a la persona. Nos acerca a los más necesitados y nos permite ayudarlos. Asimismo, para aquellos que aceptan la vocación del servicio público, el bien común es lo más importante en sus vidas”, estas palabras conforman el prólogo escrito por el Dr. Adalberto Rodríguez Giavarini en la obra Liderazgo Político, de Pablo Emilio Zitto Soria, la cual me ha servido de inspiración para escribir este texto en el que elaboro un decálogo de cualidades que, en mi opinión, debe tener un líder político humanista.


Mi intención es que este decálogo sirva de inspiración para los jóvenes, para los que apenas están descubriendo su vocación política y comienzan a dar sus primeros pasos en esta tan noble, pero complicada actividad.


El liderazgo político exige enfrentar constantemente los desafíos de la realidad social; razón por la cual, es fundamental fortalecer las cualidades que enuncio a continuación para ejercerlo de manera exitosa.


Prudencia


El líder político humanista debe practicar la prudencia todos los días de su vida, en todos los aspectos de la vida política, pues como decía Santo Tomás de Aquino “que el sabio nos enseñe, que el santo rece por todos y que el prudente nos gobierne”.


Para Zitto Soria la prudencia es la “mayor virtud para gobernar” y sostiene que “elegir entre los medios disponibles hacia el mayor bien posible y aplicar los principios a las situaciones de hecho, son tareas propias del arte de gobernar” y que esto sólo se alcanza a partir de la prudencia.


Para mí, la prudencia en el político significa cuidar qué dice, cómo lo dice y cuándo lo dice; es cuidar sus reacciones ante situaciones comunes y más aún, ante situaciones adversas, y también es cuidar cada uno de sus movimientos, incluso tratándose de su vida personal.


Docilidad


La docilidad en las personas políticas es la capacidad que deben tener unos y otras, para recibir y aceptar consejos y para escuchar; pero no para escuchar lo que quieren oír, sino escuchar lo que incomoda, para escuchar esas críticas constructivas que se presentan como oportunidades para mejorar.


Al respecto, tengo una teoría con la que espero no herir susceptibilidades, y es, que los políticos -no todos, ni todas- llegan a tener un ego tan grande que muchas veces se convierte en soberbia y que los impulsa a siempre querer tener la razón.


De manera que, los líderes políticos, además, deben practicar la humildad que al mismo tiempo es docilidad.   


Solercia


La solercia para el líder político es, actuar objetivamente ante lo inesperado, sin olvidarse nunca de la prudencia y buscando siempre el bien común.


En la acción política, podríamos decir que la solercia se refiere a la rapidez para resolver problemas o la habilidad para reaccionar ante una situación específica.


Por ende, el liderazgo político requiere solercia en la toma de decisiones.


Buena memoria


Para ejercer un buen liderazgo político, se requiere poseer buena información del pasado, que sólo se logra con una buena memoria, pues como sostiene el autor: sin memoria no hay experiencia y sin experiencia no hay posibilidad de gobernar. 


Es importante mencionar los dos tipos de memoria, la memoria histórica, consecuencia del estudio de la historia, tan necesaria para todas las personas, pero en especial para los líderes políticos; y la memoria personal, que es la que nos recuerda quiénes somos, de donde venimos y en el caso de la política, quién nos ayudó a construir nuestras carreras, y esto a la vez nos convierte en personas agradecidas.    


Con una buena memoria, por ejemplo, se evita caer en absurdos como pedirle a España que ofrezca disculpas a nuestro país por la conquista y unos años después, solicitar la nacionalidad española.


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Intuición


Quizá la más difícil, pues creo que es una cualidad que algunas personas tienen más desarrollada que otras; en el caso de las mujeres, por ejemplo, se dice que tenemos una intuición superior, aunque esto no excluye a los hombres de poder poseer una buena intuición, pues considero que ésta, proviene también de la experiencia.


De manera que, a medida que contemos con más experiencia en el ámbito político, mayor podrá ser nuestra intuición para la realidad presente y los acontecimientos del futuro.

 

Profetismo


Al igual que la intuición, el profetismo se perfecciona a medida que se va adquiriendo mayor experiencia en el campo político y se refiere a la capacidad de los líderes políticos para anticipar de cierta forma los retos futuros, para gobernar o ejercer el liderazgo político.


Además, para contar con esta cualidad, es imprescindible que los líderes políticos apliquen la lógica al momento de anticiparse a los desafíos propios de la realidad social en la que gobiernan.


Agilidad mental


Entiéndase como una agilidad adquirida gracias al estudio, no solamente de las ciencias políticas, sino de muchas otras áreas del conocimiento; los líderes políticos deben ser personas estudiosas y cultas por razones diversas, pero se me ocurre una: son las personas que pueden llegar a representarnos como país ante el mundo.


Un líder político que fundamenta sus acciones y sus palabras en el estudio de los acontecimientos presentes y pasados, no caería jamás en el error de confundir los vocablos varón y barón.


Fortaleza


Necesitamos líderes fuertes y valientes, pero siempre prudentes. No se trata sólo de fortaleza física, sino también y más importante, de fortaleza de espíritu.


La realidad a la que hoy se enfrentan los líderes políticos gracias a las redes sociales requiere de mucha fortaleza de espíritu, para sobrellevar -más no aguantar- los ataques de los que van a ser víctimas y anteponer siempre su vocación de servicio público. 


Además, un líder que cultiva su fortaleza es un líder que aguanta las extenuantes jornadas de trabajo, características de la acción política.


Buen prestigio


Relacionado con el punto anterior, hoy que vivimos en un mundo en el que la información está al alcance de todos y que absolutamente todo se sabe en tiempo real, es de suma importancia que los líderes políticos cuiden siempre sus acciones para contar con un buen prestigio y una buena reputación.


El buen prestigio dota al político de credibilidad ante la ciudadanía, importantísimo a la hora de pedir el voto e importante, además, para poder señalar los errores de los adversarios políticos, pues recordemos ese dicho que reza “para tener la lengua larga, hay que tener la cola corta”.


 Humildad


Por último y no menos importante, yo agrego a esta lista la humildad; Javier Cercas en su libro El loco de Dios en el fin del mundo, nos cuenta que G.K Chesterton decía que “todos los males del mundo proceden de algún intento de superioridad” y que, para él, la virtud insuperable es la humildad.


Muy difícil hoy en día encontrarnos con políticos humildes porque pulula la prepotencia, la soberbia y los aires de superioridad.


Si la política se practicara por vocación, nuestros representantes serían políticos humildes conscientes de que su llamado principal es el servicio y la búsqueda del bien común.


Cuando la política se practica por vocación, nuestros representantes son líderes humildes que están conscientes de que su llamado principal es el servicio y la búsqueda del bien común; cuando no, ocupan como propios los aviones de las Fuerzas Armadas o se pasean por el mundo derrochando lujos que antes no lo podían hacer.

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